Entonces la noche parece noche más grande y te desesperas. Ves cómo la alfombra lo absorbe todo, incluso los pedazos de comida que ahora tienen algo tuyo, algo de adentro que ni siquiera imaginas y te desesperas. La alfombra es blanca y has mancillado su pureza, creces y tu angustia es mayor que tu malestar, y te desesperas, y te duele. Y es que has estado solo, gritando por el cielo de tus padres sin que nadie te diga que también hay lugares para ti, para tus uñas y para tus libros, aún sin escribir.
Fragmentos