Fragmentos

FRAGMENTOS II

Te hago un cuento:
Érase una vez un hombre que amaba una estrella. Se sentaba cada día sobre los peñascos, encima de un abismo, a contemplarla. Una noche decidió ir hacia ella. Comenzó a elevarse, guiado por su amor, que creía infinito. Seguía elevándose. Pero de pronto comenzó a dudar: Un hombre no puede levitar, no puede amar una estrella, ¿Qué puede hacer un hombre con una estrella?… Y miró abajo. Entonces cayó, perdiéndose en el abismo y estrellando su cuerpo contra el suelo. Murió. Se perdió en la duda. Se perdió.
Hasta aquí el cuento.
Te conocí cuando menos necesitaba conocer a nadie. Te conocí y te amé. A veces no me reconozco. Tan comemierda, tan infantil. Oye, es triste ser gato y ser tuerto pero más triste es no asumir el ver con un solo ojo.