MOMO

El hipopótamo – MOMO I

Todos buscamos ser aceptados como somos.  A veces la vida nos presenta encrucijadas en las que pensamos que para ser aceptados y lograr nuestros sueños tenemos que callar nuestra verdad, revestirla de falsedad y de lo que sencillamente no somos.  Pero la vida nos muestra que ninguna encrucijada nos conduce a la paz interior.  Hay espacios para todos y para todo lo que llevamos dentro.  Hay bellezas exteriores que son plásticas y otras verdaderas.  Pero la belleza interior siempre será verdadera.  Y esa mezcla de interioridad y belleza lanzó a Hipo a ser el mejor de los bailarines. 

Publicado en : Renacer, Año 3/ Nro 10/Abril-Junio, 1997, p.20

¡Es el colmo! Gritaba el hipopótamo al leer la siguiente carta:

Queridísimo Hipo:
Nos dirigimos a Ud., con el propósito de dar respuesta a su amable misiva del pasado 2 de junio en la cual solicitaba ingreso en nuestra tan prestigiosa escuela de ballet. (Junto a la misma adjuntaba certificados de cursos con notas sobresalientes y fotos suyas en papeles principales como primer bailarín, aficionado, desde luego.).
Agradeciendo su gentileza de querer ingresar como un honor en nuestro centro le respondemos que en estos momentos no estamos preparados para aceptar (a pesar de su talento) un bailarín tan grueso que desfigure la estética de nuestra afamada escuela.
Le proponemos que cambie, que adelgace, que baje sus libras…
Y cuando esté a la medida de los patrones establecidos (sin disminuir el talento, desde luego) será aceptado. Mientras, vaya cambiando, por favor, manténganos informados.
Sin otro asunto, quedan suyos,
E.M.M y E.D.P. Directores de la Escuela de Ballet.

Aceptar o no aceptar, quizás esa sea la cuestión. Hipo, descorazonado, leía y releía la carta destructiva. Él (más allá de su gordura, de su peso exagerado) sabía bailar y lo hacía con el corazón pero no era aceptado. Guardó el papel, calzó zapatillas y se fue a practicar. No cambiaría. Tenía que ser aceptado como era… gordo y bailarín.
¡Qué loca actitud!: comentaba Gene la jirafa y proseguía: Debe estar loco al no querer bajar de peso para ocupar tan importante puesto; total, ¿qué son unas libritas?… debe estar loco, completamente loco. Gene se había dedicado toda su vida a tratar de ser aceptada por todos. Y para ello cambiaba de peinado, se hacía cirugías estéticas en las orejas y en el cuello, afinaba la voz o la ponía grave, disimulaba sus manchas, usaba lentes de contacto de cual o tal color, fingía 39 modelos de risas, etc., etc., etc…, etc.
Y todo de acuerdo a la ocasión que se presentaba. Perdió su identidad de jirafa manchada y cuellilarga por ser aceptada. Y lo más triste, se perdió ella misma esparcida entre tantas imágenes suyas. Realmente no sabía lo que era ya… ¡Porque había sido tantas cosas!

Bien sencillo, amigo (sin complicaciones esotéricas o extraterrestres). Ante Ud. se abren varios caminos: Elija: o Hipo o Gene, o los dos, o ninguno. Queda en sus manos y en su vida (para mayor información dirigirse al zoológico). Y yo, riendo, escribiré Momo.
Tenga presente en horas de decisión que para el mundo entero Hipo será el inadaptado social con rasgos paranoides y Gene la anfitriona de fiestas y recepciones.

Por favor, Director de escuela, ¡acéptenos y como somos! No nos exijan que cambiemos, que quepamos en un patrón establecido. Déjenos ser como somos; gordos, bajitos, trigueños, intelectuales, altos, alegres, tontos, rebeldes… ¡Permítanos vivir lo más auténticamente posible! No lo pedimos, lo exigimos. ¡Acéptenos como somos!
Y permítanos bailar gordos…
En cuanto a mí y a mis cuatro ángeles somos totalmente aceptados (con argollas en las orejas…).
Aceptar o no aceptar. Quizás esa sea la cuestión. Y si primero son unas libritas, ¿luego qué?
Nota: Si aceptan a Momo no gasten neuronas buscando qué significa. Momo también baila.
Juan F. Pulido

P.D. A los preocupados por el futuro de Hipo, es muy feliz bailando en una compañía de danza contemporánea… y como primer bailarín.
Juanqui.org