Epistolario

MENSAJE V

Enviado: Sábado, 21 de octubre de 2000 08:59 AM
A: Carlos Pulido


Cuando te hablo de Lorena no te hablo de mi Dios. Te hablo de la persona con la cual quiero compartir el resto de mi vida. Despertar con ella, sentir con su alegría, llorar con sus tristezas, enloquecerme con sus pasiones y vivir, sencillamente vivir con ella. Sí, tienes razón con eso de que es especial. Y ella es precisamente la que quiere
que viva más, la que está diciendo algo así como que el
tipo de promesa que yo quiero hacer no se hace a los 21
años, que ese fue su error y que no quiere que yo cometa el mismo error.
Sí, la amo pero no es un amor egoísta que me lleva a
la cama a cada momento. Es algo que despierta el deseo
de lucha, de que me levante y ande, de que saque lo mejor
de mí y lo entregue… no sólo a ella sino a todo el mundo.
No creas que no sé los riesgos que estoy corriendo. Pero
es mucho más lo que estoy ganando. Mucho más. De veras que sí. No me siento empujado a hacerlo y te confieso que tengo millones de dudas, pero a pesar de eso creo
en ella, creo que vale la pena arriesgarme, entregarme.
Hey, ser vulnerables es una consecuencia de estar vivos,
de querer vivir. Sí, puede que yo salga herido o lo que es
peor, que ella salga herida pero debo correr el riesgo. Estoy dispuesto. Espero que quedes tranquilo con esto.
No sé a qué se dedican los Minnesotanos. Básicamente lo que más hacen es trabajar en las factorías y en la Educación. Es una ciudad de 50 colleges y universidades.
Y las factorías son creo que de armas y encargos militares
de ropa de abastecimiento. Pero es una ciudad donde hay
de todo, así que es difícil averiguar.
Los pies me huelen como siempre pero no se sienten
por el frío. Aquí no se suda.
Bueno, ahora tengo una prueba.
Un besote de tu hijo más chiquito,

Juanqui