¡Es Domingo! Hoy les comparto un fragmento que encontramos entre los escritos de Juanqui que mami guardó por mucho tiempo. Una pequeña historia escrita con la vida, con su vida. Hay una frase que se repite en su obra y que de hecho es el título del libro que publicamos en 2011 con la Editorial Silueta: “Es triste ser gato y ser tuerto”. Pero la frase no termina ahí: “Es triste ser gato y ser tuerto pero más triste es no asumir el ver con un solo ojo”. Me ha hecho reflexionar en ese ASUMIR lo que somos y tenemos como condición imprescindible para ser felices. Pero eso es solo el final del cuento. El cuento nos lanza a creer en el AMOR que nos ELEVA hasta tocar la estrella… lo único que no podemos es DUDAR.
LA ESTRELLA
Te hago un cuento:
Érase una vez un hombre que amaba una estrella. Se sentaba cada día sobre los peñascos, encima de un abismo, a contemplarla. Una noche decidió ir hacia ella. Comenzó a elevarse, guiado por su amor, que creía infinito. Seguía elevándose. Pero de pronto comenzó a dudar: Un hombre no puede levitar, no puede amar una estrella, ¿Qué puede hacer un hombre con una estrella?… Y miró abajo. Entonces cayó, perdiéndose en el abismo y estrellando su cuerpo contra el suelo. Murió. Se perdió en la duda. Se perdió.
Hasta aquí el cuento.
Te conocí cuando menos necesitaba conocer a nadie. Te conocí y te amé. A veces no me reconozco. Tan comemierda, tan infantil. Oye, es triste ser gato y ser tuerto pero más triste es no asumir el ver con un solo ojo.
Juan Francisco Pulido