Es Domingo

Es Domingo! Profesión de fe

Este credo redactado por Juanqui en una jornada de los retiros de Emaús, nos muestra la profundidad de su fe, tal vez no tan ortodoxa como le gustaría a mami, pero su fe. Como escribe: “Es alguien que sueña su verdad”. Hay ideas de este credo que encontramos en toda su obra literaria y en su vida: el zapatero de Eve, la trascendencia de sus actos, la sonrisa, sus libros, Momo, poder ver, el abrazo, los peces y los espejuelos… pero sobre todo ese arte y don que tenía de hacernos sonreir y al mismo tiempo hacernos pensar. Como cuando éramos niños y soñábamos ser tocados con la vara del hada madrina, Juanqui convierte la dureza de la vida, de su vida, en poesía.

Profesión de fe para un olvidado

Creo en la vida que se pierde

entre libros y papeles.

Creo, tal vez, en la utopía de un beso eterno,

quizás breve

(de unos 55 segundos más o menos)

pero eterno por el beso

por el acto en sí (dígase concreto).

Creo, a veces, en esos garabatos infantiles

(“ésta es mi mamá, éste mi tío, y éste…

bueno, éste no sé quién es”)

que mezclan colores y conceptos

y mandan al vacío los conceptos

(donde siempre debieran estar, creo…)

abrazando la silueta,

acariciando los contornos

de aquellos que generalmente nunca abrazan

y raramente acarician.

Creo en los caminos difíciles

que desgarran la piel

la auténtica,

porque son caminos con nombres y huellas.

Creo en las huellas,

en toda su trascendencia

y en toda la vida que marcan,

aunque prohíban creer en algunas…

CREO EN LA DEMOCRACIA

(sin comentarios…).

Creo en las personas

(no en sus sexos

con los que erróneamente

algunas veces piensan,

ni en sus actos

aunque duelan en el tiempo

más que el tiempo mismo)

porque veo en sus ojos

(más allá de sus ojos)

aquel sueño que expulsaron, exorcizaron, mataron

(¿jodieron?)

los que regalaban sueños aparentemente mejores

y así hacia atrás,

hacia el sueño mismo,

merecen volver a llorar

(…sinceramente).

Creo en el estanco

en esa etapa grisácea

(muy parecida a las dictaduras desordenadas,

apestantes,

y en estado de descomposición

porque no hay con quién cogerla)

que al fin y al cabo

es otra opción.

Creo en la lluvia,

en los aguaceros invernales,

y en los cuerpos mojados

(sin catarro)

abrazándose en la calle

y abrazados por el frío

(que no les importa mucho).

Creo que la guillotina

no cumple con las normas,

esenciales,

de higiene y limpieza.

(Al menos no una

para varias cabezas…

y sus cerebros y sus almas y sus cadenas).

Creo, firmemente, que deben irse a la mierda

todos los gobiernos que nunca han tenido

de presidente a un zapatero

(uno auténtico).

No creo en el tiempo;

pero uso reloj

(vanas incoherencias).

Creo en el último legado

del primer sanatorio;

en Momo;

en ti,

(tu sonrisa);

creo

y aún me llaman ateo…

P.D. Mantengo mi creencia

entre libros y papeles,

y cines y videos y conciertos

y encuentros ocasionales de sonrisas y peces…

(sin espejuelos).

¡No quiero ser presidente!

sólo alguien que sueña su verdad

(tal vez la cante o la grite…)

y sabe que no miente.