A veces no queda más que el silencio
Y los tenues deseos de que algo sea
Diferente.
Pero es el sentido del tacto, la medalla tardía
Lo que mueve los hombres al combate.Y allí los ves, Carlos,
Batallando dentro de sus propios círculos
Esperando, a veces pidiendo un sorbo de clemencia
Y aguaceros sin tormentas.
No es posible que nos digamos sobrevivientes
De nuestros maremotos de Agosto
Sin haber peleado la batalla,
Sin asumir el futil derecho de conquistarnos,
De arrancar nuestros vellos uno a uno
Sin gemir,
Sin anunciar nuestro sacrificio de verano.
Y puede que distinto no sea la adecuada manera
De definirnos exhaustos de polvo
Y cigarros de playa,
De madrugadas y de tormentas
Y te digo, Carlos, una vez más,
Para que no me acuses de extremista
Que pudo haber sido distinto para tí, para mí…
Para todos.
Porque, de qué ha servido la trunca pelea?
?De qué han servido las eternas despedidas?
Siempre hemos clamado por adioses
O peor, por hasta luegos
Y siempre nos hemos sentido solos
Incluso en el abrazo
En las ganas
Y nos da miedo.
Pero al final
Todo es lo mismo y te confieso:
Vamos a morir.
Entonces tarde se vuelve una definición futil.
Y nosotros vanos.
Y ya está hecho el carnaval,
Por enésima vez…