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A PROPÓSITO DE UNA DEMANDA…

Cuando supe que el pueblo de Cuba presentó una demanda al gobierno de los Estados Unidos por daños humanos dije: Estoy cansado…
Luego, al leer el documento y ver cómo el pasado emergía nuevamente (¡nuevamente!), volví a decir: Estoy cansado… Y es triste, en verdad, la muerte y son tristes,
en verdad, los daños. Duelen. Pero mucho más triste es aferrarse al pasado cuando el futuro se hace cada vez más y más incierto, cuando el futuro carece de luces verídicamente democráticas. Porque ¿con quién se contó para hacer la demanda? ¿Cuándo ocurrió el referendo donde el pueblo decidió iniciar este proceso? Digo que
conmigo no contaron para esto; conmigo y con unos cuantos amigos más. Lo digo y lo redigo. Entonces, o perdí mi nacionalidad de repente, sin saberlo o no fue todo el
pueblo cubano quien presentó la demanda.
Se podría quizás, ahora que ya se da por sentado el precedente jurídico, presentar una demanda contra España por todos los daños causados durante su metropolitado. O tal vez contra Inglaterra por los daños causados durante su breve intervención. O quizás podríamos presentarle pleito a Colón, o a sus descendientes –si es que ya no vive– por habernos descubierto y así pre-crear todos nuestros actuales problemas.
El pueblo cubano, aparte de vivir de desmotivaciones políticas vivirá ahora también de desmotivaciones jurídicas enfrascado en su inmediata supervivencia en un país
que ha hecho del “período especial” la justificación por excelencia –unida al agravante del bloqueo– de todos (o casi todos) sus problemas.
No, no creo que presentar demandas a nadie sea la solución de los problemas. No lo creo. Quizás sea un utópico pero creo firmemente en la fuerza de las palabras sinceras, en la grandeza de los abrazos y en lo heroico de las reconciliaciones. ¿Por qué mejor no se intenta un diálogo abierto, respetuoso y franco donde sólo se piensa en el porvenir del pueblo? ¿Por qué no perdonamos las afrentas mutuas y pensamos en un mañana pluralista sin tantas precariedades? Perdonar no significa olvidar.
La desmemoria es un síndrome funesto donde se pierden las raíces de nuestra historia. Pero esa historia sin perdón será un torrente de ácido que impedirá mirar al futuro con
aires de progreso y fraternidad. ¿Democracia, puedo decir ahora?
Cuando supe que Cuba presentó una demanda al gobierno de los Estados Unidos dije: Estoy cansado…
Pero aún no dejo de soñar.
Cienfuegos, Cuba