Cuento

(ESTE CUENTO ES UN PARÉNTESIS)

A Marcial Gala O. ¿A quién si no?…
(Y la madre para el que me acuse de baboso)

TODA LA TIERRA TENíA UNA MISMA LENGUA Y USABA LAS MISMAS PALABRAS. LOS HOMBRES EN SU EMIGRACIóN DESDE ORIENTE, HALLARON UNA LLANURA Y SE DIJERON UNOS A OTROS: “EA, HAGAMOS LADRILLOS Y COZáMOSLOS AL FUEGO”. SE SIRVIERON DE LOS LADRILLOS EN LUGAR DE PIEDRAS Y DE BETúN EN LUGAR DE ARGAMASA. LUEGO DIJERON: “EA, EDIFIQUEMOS UNA CIUDAD Y UNA TORRE
CUYA CúSPIDE LLEGUE HASTA EL CIELO. HAGáMONOS ASí FAMOSOS Y NO ESTEMOS MáS DISPERSOS SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA”. MAS YAHVeh DESCENDIó Y… ESPERE EL PRóXIMO CAPíTULO donde Yahveh entonces…

No, no. Esta historia debió ser narrada así:

“¡Adolfo, deja de estar leyendo tanto al Shoppenhauer de mierda ese y corre a buscar el pan que nos cierran la bodega!”. Mamá, yo soy un intelectual y los intelectuales
no hacen mandados. “Tú lo que eres es un chiquillo culicagado y arranca a buscar el pan si no quieres que te que me todos esos libros de porquería. ¡Arranca!”. Y la boca
de la respetable señora Isolina Toledo, presidenta honorable del comité de defensa de la revolución de la zona 8, dejaba ver sus ausencias dentales “Arranca!”, y levantaba
por los negros cabellos al hijo mayor, fruto de su fallida unión con F.C. Hitler, antiguo luchador antibatistiano, ex prisionero político de las décadas del sesenta, setenta y
fundador del Mariel en el año mil novecientos ochenta, cuando penetró en la embajada de Perú y no se ha visto más que por fotos junto a lujosos autos en las calles del
Southwest miamense.

“Y que te devuelvan los quilos”, gritaba desde la puerta de una modesta casa de bajo costo, premio por su activa participación en los domingos de la defensa.
Adolfo era un adolescente acomplejado. Diminuta estatura, excesivos lípidos terminando en celulitis y el acné, millones de granos, barros y espinillas conviviendo amigablemente en su cara, adornada por espejuelos bifocales, regalo del padre ausente. Adolfo era más conocido por Gelatina. Así le decían los dos, Bob Marley y Dylan.
Adolfo envidiaba a los dos. Envidiaba la música que hacían. También envidiaba el fútbol de Pelé y Maradona y se mordía el labio inferior cuando no lo dejaban jugar con
ellos. Envidiaba los poemas que escribía Hesse, el vecino más cercano. Envidiaba a todos y reprimía su tirria en la lectura constante. Sartre le aconsejaba que encerrar sus
temores y angustias, era negativo para las energías que poseía. Le hablaba de las teorías de un tal Freud que se pronuncia froid y que si pudiera resolverle una consulta
con él seguramente quedaba curado, pero los viajes para Austria estaban muy difíciles por lo de la lista de espera y el poco combustible disponible para los aviones. Y en
barco, en barco sólo viajaban los ilegales y Sartre cantaba: Desde que mis ojos te vieron, mi corazón sonó como un trueno, amor, desde que mis ojos te vieron, mi corazón
sonó como un trueno. I-legaaaaaales.
Fue entonces cuando Adolfo conoció a Dios y cantó
¡Pa’ lo que sea Señor, pa’ lo que sea!
Fue también entonces cuando los artistas y deportistas, hombres todos (más allá de preferencias sexuales) empezaron a construir una torre para llegar hasta Dios y
poder decirle que ya casi eran más famosos que él mismo. Y que como eran casi más famosos que Dios mismo entonces podían sentarse tranquilamente a que la comida
les cayera del cielo.
Adolfo había cambiado su callada envidia por furibundo odio. Tiró de los drelos de Bob Marley y corrió bajo las faldas de Isolina Toledo. “Si te atreves a hacerle algo a mi
hijo voy y le digo al compañero primer teniente, instructor policial que eres un negro vago, que nada más te dedicas a estar cantando tu musiquita de mierda. Y como el que no quiere las cosas le digo que de vez en cuando fumas marihuana. Además, ¿desde cuándo no haces una guardia en el comité? Y le voy a decir también que no eres tú solo…
le voy a dar nombres y se los voy a escribir. En este país está erradicado el analfabetismo y tenemos educación y salud gratuitas. ¡Qué no me entere que le hiciste algo a
mi hijo! El peso de los argumentos hizo que Bob Marley bajara la cabeza y escupiera. Adolfo echó a correr y volvió a tirar de los drelos. Marley repitió la escupida. Adolfo se
cansó de halar lo drelos de Bob, que terminó ingresado por deshidratación hipertónica.

Adolfo terminó la escuela con excelentes notas. Fue en esa época cuando tuvo aquel encuentro. Sentado, como era costumbre, en un parque de esos que se olvidan fácilmente leía, sencillamente leía. Vio venir hacia él a alguien que parecía jardinero, alguien muy feo, casi horrible que le enseñó un carné acreditándolo como oficial de la contrainteligencia militar. Verá compañero Hitler, la patria en estos momentos se siente agredida por unos sujetos que usted conoce. Me refiero a ese grupúsculo que ha empezado a construir una torre para llegar hasta Dios. Nosotros no hemos querido tomar cartas en el asunto porque se pueden mezclar varias cosas que pondrían muy mal parado
a nuestro país. ESTE PAíS AGREDIDO Y BLOQUEADOOOO… Lo que pasa compañero es que los planos para a torre de marras los dibujó un tal Nyemeyer y sucede que esto le ha dado mucho respaldo a los sujetos que la construyen. Como ya le he dicho, nosotros no podemos inmiscuirnos por las consecuencias que traería para nuestro país. ESTE PAíS TAN AGREDIDO Y BLOQUEADOOOO… pero usted, compañero Adolfo Hitler puede evitar que la patria se vea afectada. A partir de ahora usted será el agente 939 ¿acepta? Debe saber que la vida de agente es una vida plena de sacrificios terribles para cualquier
ser humano, sacrificios que cualquier persona con ideales estaría dispuesta a asumir a pesar de los riesgos. Y es usted, es usted compañero Adolfo Hitler el seleccionado, el
elegido. Pagaremos muy bien sus servicios. ¿Acepta? Y las lágrimas del oficial no dejaban de correr por sus irregulares mejillas. Acepto, dijo Hitler y un abrazo selló el pacto.
El oficial siguió llorando mientras se retiraba.
Adolfo imaginaba grandes proezas. Investigaciones múltiples, fechorías cercenadas, pero más que nada veía claramente a todos de rodillas suplicando que tuviera compasión que no podían ir a la cárcel por la hermana inválida o por el padre ciego. Y él no tendría misericordia de nadie. Su envidia ya era odio fehaciente y no todos tenían los pelos largos para tirar de ellos y salir corriendo bajo las faldas maternas. Era grande. Había nacido para ser grande. Hitler el grande. El superagente 939 que pondría fin a toda burla hacia su persona.
Mientras caminaba fantaseaba música y aplausos alrededor suyo. Era la “Entrada triunfal”. Tan tan, taratarantantantan tarataraaaaatatan tantatantatan tataratatara
tatan… y todos le adoraban, de rodillas.
Comenzó la misión un jueves cuando parecía que iba a llover. Se disculpó con Bob Marley y le pidió trabajar en la construcción con ellos porque la “pincha” estaba muy difícil en la calle. Bob consultó a Pelé y no hubo objeción alguna. Parecía que Adolfo había nacido para constructor. Hacía lo que todos y lo hacía al doble. Doblaba turnos y no se quejaba cuando a la jaba mensual le faltaban cuchillas de afeitar. Tenía su contacto semanalmente donde llevaba los apuntes que tomaba de cada uno de los constructores. No descubría nada que pudiera comprometer a nadie y eso lo molestaba. Decidió criticarlo todo para ver si alguien mordía el anzuelo. Sus apuntes semanales crecieron bastante pero aún así seguía sin pistas. El oficial le aconsejaba paciencia, que este trabajo requería demasiada paciencia y buena observación y un poco de malicia. ¿O fue demasiada malicia y buena observación y un poco de paciencia?, se preguntaba a veces Adolfo. De cualquier manera nadie va a impedir que vea grande.
Fue entonces cuando se anunció la llegada de John, Paul, George and Ringo. Cuatro músicos ingleses que darían un concierto recaudador para terminar la torre. Adolfo
fue llamado inmediatamente al cuartel general de la contrainteligencia. Se sospecha, compañero agente 939, que estos músicos son agentes al servicio de la inteligencia
británica. Creemos también que transportan estupefacientes. Si logra desenmascararlos todo habrá terminado y usted, usted compañero agente 939 será héroe, héroe para
nuestro país. ESTE PAíS TAN AGREDIDO Y BLOQUEADOOOO… ¡Viva el Zar!… ¡Viva!, dijo Adolfo y la suciedad del suelo de la oficina no salía de sus ojos asombrados por
tanta cochambre a la vez. Afuera, el cielo estaba casi más sucio que el piso de la oficina. Parecía que iba a llover y parecía que no. Ambivalencia climática, muy parecida a la
de Adolfo en este justo, preciso, exacto momento. él escuchaba y adoraba la música de Ringo, George, Paul and John. Él escuchaba, amaba y adoraba esa música y ahora
su misión era demostrar que aquella música que tanto veneraba era sólo una cobertura para el espionaje inglés. No podía hacer aquello. Era traicionarse a sí mismo, y le encantaba traicionar a todos pero era terriblemente abyecto eso de estarse traicionando uno mismo. No podía.

Al otro día el sol brillaba y el informe escrito por el agente 939 decía:

Jonh, Paul, George and Ringo son los mejores músicos que jamás haya escuchado. Su música es única. Considero falsa la información acerca de posible plan de inteligencia inglesa. Todos gritaban, las mujeres se desmayaban, los hombres lloraban. Se recaudó muchísimo dinero para la terminación de la torre. Estimo cerca del millón y medio. Descarto también la posibilidad de planes de inteligencia británica en Pink Floyd y de inteligencia española en Joaquín Sabina. Tienen más neuronas que la propia inteligencia y las saben usar. Las letras de los anteriormente mencionados son incomparables.
Poseen una poeticidad única y el último posee, además, un brillante sentido del humor. La poeticidad es esencial en la poesía moderna. La rima no es importante actualmente. Las formas de expresión populares constituyen un foco de estudio para sociólogos y sicólogos. Yo digo que las formas de expresión populares dejan ver el descontento con la racionalización necesaria de los alimentos. Yo digo también que la vida hay que vivirla.
Cariños 939. A.H.

El informe le valió un reconocimiento especial por sus estudios y por la excelente labor realizada hasta el momento. Pero la torre seguía construyéndose y estaba a punto de terminarse. Una idea llegó justo a tiempo: desequilibrio síquico de Dios mismo, mensajes anónimos, llamar y colgar el teléfono, y sobre todo hablar bien mal de Dios sin que Dios se enterara. Era un trabajo difícil pero poco a poco iba viendo los frutos. Todos empezaron a alejarse de Dios con disimulo y Dios decía: Ea, caballero que bolá tienen conmigo. Es que estamos apurados porque nos cierran la carnicería, decía la gente. Y todos mentían porque las carnicerías podían estar cerradas siempre, pero Dios no sabía nada de las ausencias prolongadísimas de carne.
Adolfo preparó entonces una carta:

Dios:
Estás ciego si no te das cuenta de que esa torre es un pretexto para joderte. Ellos quieren tu poder y tu gloria y lo están logrando. Si llegan al cielo estás embarcado. Ya no tienes ni amigos aquí abajo Yo estoy rezando para que no te pase nada. Dicen que hay un tal Guillotine que va a probar su invento contigo. Es un aparato raro pero mortal.
Cuídate, que ya están llegando a las puertas de tu reino y Pedro es medio anormalote y seguro losdeja entrar. Cuídate.
Cariños,
Adolfo Hitler

P.D Esto lo estoy haciendo a riesgo de que me descubran. Lo que pasa es que siempre me has caído bien y no quiero que te suceda nada con tantos planes buenos que tienes para nosotros.
Cariños de nuevo. Rezo por ti.

Adolfo envió la misiva. Dios la recibió y desesperado comprobó la verdad de lo que leía. Adolfo trabajó excelentemente en eso de desacreditar a Dios mismo. Dios entonces mandó a buscar al único amigo que le quedaba para pedirle consejos. El agente 939 tenía una cita divina.
Mira, Dios, lo que pasa es que te quieren coger la baja. Has sido muy bueno y con esta gente no se puede ser bueno. Abusaron de tu confianza. Yo tú les daba una
lección. No es que tú castigues, es que los enseñes para que en el futuro estas cosas no pasen. Vaya, no se trata de llamarlos a contar y leerles la cartilla y ya. Mira lo que te
pasó con Caín. Se trata de tener mano dura. Quien bien te quiere te hará llorar y tú nos amas como nadie nunca nos amó. Dales unas nalgadas colectivas para que te respeten y tú verás. Este mundo necesita castigo y no amor misericordioso. Tú, el bueno, el santo y mira lo que te pasó. Por comemierda. No cojas lucha. Castigo y no pasó nada.
Dijo Adolfo mientras tomaba té con Dios. Este lo abrazó fuerte y le dio las gracias por ser tan buen amigo. ¡Pa’ lo que sea Señor, pa’ lo que sea!, cantó Adolfo y Dios lo volvió a abrazar.
Fue entonces cuando Dios mandó todas sus legiones de ángeles para acabar con los constructores de la torre. Los hombres resistieron heroicamente los embates angelicales y después de tres días con sus noches decidieron atrincherarse dentro de la torre. Entonces Dios arremetió con toda su furia sobre la tierra y sobre la torre “y a los hombres no les quedó más remedio que cambiar sus existencias por la de la atalaya”, rezaban los titulares de los principales periódicos justo debajo de los anuncios comerciales. Hubo alguien que decidió morir en la lucha y se prendió candela y saltó del piso dieciocho del torreón cuando Dios almorzaba.
Dios destruyó la torre y se llevó a Marley con él. Los hombres no podían hablar. Caras tiznadas, ropas raídas y pieles desgarradas eran la moda del momento. Extenuados se acostaron en el suelo y durmieron cuatro días seguidos. No paró de llover en todo ese tiempo. Cuando despertaron decidieron hacerle un monumento a aquel que murió por lo que soñaba. No recordaban su nombre.
Le pusieron Soldado Desconocido. La guerra había concluido.
Dios no pudo con aquello. El hombre estaba destruido, hambriento, acabado. Su plan era un fracaso. El plan divino de salvación era un fracaso. Dios no podía con aquello.
Un martes que cernía incesantemente Dios se pegó un tiro en la mismísima sien derecha. No dejó rastros del suicidio pero Nietzsche se dio cuenta y corrió gritando:
¡Dios ha muerto, Dios ha muerto, el hombre lo ha matado!, y le dijeron que se callara, que los hombres no hablarían más hasta que Dios resucitara y Nietzsche se volvió loco.
Adolfo Hitler era condecorado por sus servicios a la contrainteligencia militar. En el público Isolina Toledo lloraba emocionada. Alrededor suyo, sus ocho hijas hacían
planes y discutían sobre los posibles estilos a utilizar para decorar la nueva, lujosa y confortable casa, premio por la hazaña. “Cállense” dijo Isolina y pasó un pañuelo por sus
ojos. Un moderno auto las había traído a todas a la ceremonia también de Adolfo, su héroe, su hermano. “Mi hijo”, dijo Isolina y volvió a pasar el pañuelo por sus ojos.
Por las irregulares mejillas del oficial que en todo momento veló por las seguridades del agente 939, rodaban sendos lagrimones. Adolfo Hitler también lloraba. Era grande, tal como había imaginado. El himno de su país.
ESTE PAíS TAN AGREDIDO Y BLOQUEADOOOOO… pensó, se dejaba escuchar. Soy grande dijo y entonces… No, no, no y cuarenta veces no. Todo debió seguir como al principio…
TODA LA TIERRA TENíA UNA MISMA LENGUA Y USABA LAS MISMAS PALABRAS. LOS HOMBRES EN SU EMIGRACIóN DESDE ORIENTE, HALLARON UNA LLANURA EN LA REGIóN DE SENAAR Y SE ESTABLECIERON ALLí Y SE DIJERON UNOS A OTROS:
“EA, HAGAMOS LADRILLOS Y COZáMOSLOS AL FUEGO”. SE SIRVIERON DE LOS LADRILLOS EN LUGAR DE PIEDRAS Y DE BETúN EN LUGAR DE ARGAMASA. LUEGO DIJERON: “EA, EDIFIQUEMOS UNA CIUDAD Y UNA TORRE CUYA CúSPIDE LLEGUE HASTA EL CIELO. HAGáMONOS ASí FAMOSOS Y NO ESTEMOS MáS DISPERSOS SOBRE LA FAZ DE LA TIERRA”. MAS YAHVEH DESCENDIó PARA VER LA TORRE QUE
LOS HOMBRES ESTABAN LEVANTANDO Y DIJO: “HE AQUÍ QUE TODOS FORMAN UN SOLO PUEBLO Y TODOS HABLAN UNA MISMA LENGUA. SIENDO ESTO EL PRINCIPIO DE SUS EMPRESAS NADA LES IMPEDIRá LLEVAR A CABO TODO LO QUE SE PROPONGAN, PUES BIEN, DESCENDAMOS ALLí MISMO, CONFUNDAMOS SU LENGUAJE, QUE NO SE ENTIENDAN LOS UNOS A LOS OTROS”. ASí YAHVEH LOS DISPERSó DE ALLí SOBRE TODA LA FAZ DE LA TIERRA Y CESARON EN LA CONSTRUCCIóN DE LA CIUDAD, POR ELLO SE LE LLAMó BABEL, PORQUE ALLí CONFUNDIó YAHVEH LA LENGUA DE TODOS LOS HABITANTES DE LA TIERRA Y LOS DISPERSARON POR TODA SU SUPERFICIE.
No es aconsejable trocar la historia cuando existe la probabilidad casi certera de vivirla y cuando se sabe que puede llegar un hombre, sencillamente un hombre inconforme de soñar y no vivir lo que sueña y la enmiende entonces para que todo siga como en el principio. Y diga entonces: No, no. Todo debió seguir como al principio y use la guillotina con el (los) hijo (-s) de puta que se atrevió (-eron) a cambiarlo todo por medallas.

Ese hombre es la esperanza de la torre…