Llegamos al domingo. Para mí significa ir a misa, realizar todas las labores de la casa, tomar un café con personas que amo… pero también presentarles otra historia escrita por Juanqui. Hoy se titula “La Tortuga y la Liebre”, perteneciente a la colección MOMO.
La Tortuga anda lento porque tiene que cargar un carapacho muy pesado. Todos temenos carapachos. Algunos más pesados que otros que hacen que nuestro ritmo sea diferente. Pero Juanqui nos lleva a lo esencial de la vida: andar con la fuerza del corazón y eso será suficiente para soportar todas las carreras de la vida… y cargando con nuestros carapacho.
ANDAR CON LA FUERZA DEL CORAZÓN… Qué mundo tan bello si viviéramos así. Si los carapachos ajenos no fueran un obstáculos para acoger a los demás y comprenderlos.
LA TORTUGA Y LA LIEBRE MOMO VI
… Y la tortuga ganó la carrera. Así acaba el archiconocido cuento en que la liebre, por entretenerse es convertida en escarmiento público para holgazanes.
Pero al final, siempre al final, todo volvió a ser como antes. La liebre tuvo un mal día, sólo eso. Y un mal día lo tiene cualquiera. La tortuga tuvo suerte, mucha suerte. Su lentitud y torpeza de seguro la hubieran perdido si la liebre no hubiera tenido tan mal día. Todo fue suerte…
¡No es justo! Grita la tortuga. Yo hago mi mejor esfuerzo, lo entrego todo en cada paso que doy. Trato de dar lo mejor de mí en mi andar diario. El carapacho pesa mucho, no es que esté inconforme con él, pero me limita. Repito que no estoy inconforme con lo que me ha tocado: lo asumo y doy gracias por ello pero seguramente ustedes nunca han probado caminar con algo pesadísimo a sus espaldas. Sí, ya sé que las mochilas están de moda y que son muy útiles y también sé que se usan mucho y que muchos sí cargan bastante con ellas pero ninguno, ninguno duerme en ellas o se baña o las tiene pegadas al cuerpo. Digo que estoy muy contenta de ser tortuga y una tortuga lo es por su carapacho, por tanto: ESTOY MUY CONTENTA DE MI CARAPACHO (también soy licenciada en lógica); sin embargo, MI CARAPACHO PESA y eso es todo lo que quería decir, honorables señores del tribunal.
Por favor, no me acusen de lenta y torpe. Yo camino despacio señor juez, eso es una realidad, un hecho: pero camino con el corazón, vaya, y disculpe el romanticismo tardío éste que me está saliendo ahora, camino con el corazón y lo seguiré haciendo hasta que pueda…
Todo comenzó cuando la liebre pidió al supremo tribunal una segunda oportunidad para demostrar que ella si era superveloz, que lo que se había entretenido y que una segunda oportunidad la necesitaban todos y que bla, bla, bla, bla, etc.: y que no pararía hasta lograr una audiencia.
El supremo tribunal, respetando la XVII enmienda, convocó a la audiencia. La convocó por convocarla, por respetar las leyes, porque todos sabían que la segunda oportunidad sería concedida y la historia tendría otro final seguramente.
La defensa de la liebre fue asumida por la iguana y la tortuga decidió autodefenderse.
La iguana comenzó narrando el cuento pero la tortuga la interrumpió porque no creía que era justo aquello que estaba diciendo. Cuando terminó de hablar, toda la corte se deshizo en aplausos. Aplaudieron durante quince minutos, quince largos minutos.
… Y no importa cuál sea el veredicto, prosiguió la tortuga. La historia… la historia… la historia (no encontraba la ideas) la historia es pasado. No pienso dejarle a ella la facultad de absolverme. Lo real será mi próximo paso, quizás lento, quizás torpe para muchos pero no para mí porque ando con la fuerza del corazón (disculpen el romanticismo tardío éste que me salió ahorita y sigue ahora), ¿Dónde me quedé? Ya. Ando con la fuerza del corazón y eso es suficiente para soportar todas las carreras que me impongan. Y si pierdo, si pierdo… Perder es un concepto. Yo gano cada día mientras camino bajo el sol con mi carapacho a cuestas. Yo gano, y ganar es también un concepto. Si compito de nuevo con la liebre, porque es lo que determinan ustedes, respetables miembros del jurado, si compito de nuevo… competir es también un concepto.
Y toda la corte volvió a deshacerse en aplausos. Esta vez de media hora.
El jurado se reunió para deliberar y decidió no repetir la competencia, ni cambiar el final del cuento ni divulgar nada de lo sucedido. Se hizo justicia. ¡Al fin se hizo justicia en el país de los animales!, comentaba toda la prensa al otro día del suceso.
Y la historia… LA HISTORIA ES PASADO. El presente está en el paso, en el esfuerzo del corazón en el andar diario. Lento ¿para quién? Despacio es también un concepto. Vale el paso y no las neuronas perdidas en la queja por lo que pudo ser; neuronas perdidas en cambiar la historia, el final del cuento. Vale el paso, vale el paso, vale el paso…
La tortuga, la tortuga se llama Cásiopea y sigue andando con su carapacho a cuestas.