A Jenniev. Y sobran las palabras
cuando escribo tu nombre…
I
¿Usted sabe por qué estaba abrazando el vacío en un centro comercial? Porque estoy loca, siempre lo he estado y no importa que me lo digan. Ahora, pienso que debemos estar todos locos para vivir en el vacío. Y yo no estoy lo suficientemente preparada para leer a Nietzsche. Ayer quemé un libro de García Márquez y otro de Herbert Spencer. Ya no queda nada de Lenin, y de Marx ni se diga. No hace mucho frío en estos días. Mis peces tienen el color de las gafas que uso para esconderme. El calor es un bocadillo de cemento muy bien adornado. La estética es la justificación de lo inapropiado. La alimentación aquí es muy buena. Lo que no tenemos es suficiente libertad, aunque opino que la libertad es algo meramente interno, el espíritu es libre aunque estemos presos. Preso está el hombre que se deja el pelo largo, puede esconder en sus cabellos los más divergentes objetos ajenos. Lo tomarán preso no porque los objetos sean ajenos sino porque son divergentes. Cuando registren su pelambre, sin orden alguna de revisión de pelo, por supuesto, estamos en un estado de derecho, lo condenarán al ostracismo absoluto, si es que las cárceles están llenas de peludos. La alimentación es buena pero sirven poca. Tienen los almacenes saturados pero nos han costumbrado a comer poco. ¡Es terrible comer poco cuando uno sabe que los almacenes están atestados!; y de comida importada…
Y mientras hablaba empujaba suavemente el émbolo que hacía fluir el líquido mortal por las venas de Juan. Eres linda, dijo él y la muchacha sonrió.
––Cuando termine contigo me prendo candela. Ese miedo tuyo al fuego, ese puto miedo tuyo al fuego… cuando termine contigo me prendo candela y nadie volverá su desprecio hacia nosotros, te lo juro por quién tú quieras…
Y sacó despacio la jeringuilla del brazo. Entonces se quitó el pulóver y tomando la mano de Juan, despacio, la puso en sus senos.
––Me hubiera encantado hacerte el amor, hacértelo día y noche sin descanso. Me hubiera encantado, Marian. Daría la cuota de cinco meses, ¿entiendes?, cinco
laaaaaaargooooooooos meses sin probar bocado por tenerte –confesó Juan y cerró los ojos.
––Me tienes, siempre me has tenido; lo digo en serio. El sexo es otra cosa. Yo también muero de ganas, incluso en estos tiempos donde morir de ganas no está permitido –y suspiró largamente.
La mano de Juan resbaló hasta caer en el brazo de la silla.
––¿Qué es eso que me diste? –preguntó y no hubo respuesta.
––Me duele mucho la cabeza. No puedo mover los pies. Tengo sueño. Enciéndeme un cigarro –pidió y al instante sintió el humo en la garganta–. Gracias –dijo y volvió a cerrar los ojos.
II
–Cuéntame tu vida Juan –y el acento evocaba cualquier parte del mundo.
––Mi vida es una vida común, casi desapercibida para lo trascendente.
––Cuéntame tu vida Juan, please baby –y el acento se hacía más indefinido todavía.
––Mi vida es una mierda y tú no quieres tupirte los oídos, ¿no es verdad?
––Toda vida es como una melodía, la mía es puro Thrash Metal. Deseo escuchar la tuya. Tell me something about your life, please John –y el acento era prácticamente indescifrable.
––Mi vida es una vida cualquiera, una jodida vida cualquiera. Debes haberla escuchado millones de veces contada por muchos. Vida sencilla: Chico tranquilo, inquietudes intelectuales, familia estable, laboriosa. Chico conoce chica. Chica perfecta, eso, chica perfecta. Chico conquista chica. Chica perdida en monotonía mediocre. Chico devuelve sentido de la vida a chica. Hacen amor en azotea de casa de chica infinidad de veces. Chico regala estrellas a chica. Chica dice que abandona el país. Chico llora. Chica abraza, promete mucho. Chico sonríe. Chica parte en vuelo 3452 destino de muchos que buscan nuevos destinos para que suerte cambie, para mejorar. Chico pregunta en escuela por qué chica irse. Respuesta no convincente. Chico vuelve a preguntar. Miles de respuestas no convincentes. Chico pide respuestas. Respuesta no convincente mil dos. Chico se queja. Advertencia número uno. Chico se queja, chico se queja. Advertencia dos y tres respectivamente. Chico protesta. Chico expulsado. Chico continúa protesta. Chico preso. Chico recibe carta de chica; está bien, extrañando mucho. Dice sentir prisión de chico. Nada de promesas muchas. Postdata chica encontró boy, bastante diferente a chico pero boy cercano al fin y al cabo. Vida sigue fluyendo. Recuerda poemas. Chica decir que lo siente, que lo siente mucho. Chica poner goodbye forever. Chico llora. Chico escapa de cárcel. Chico encontrarse con loca escapada de manicomio. Chico y loca decidir morir juntos en casa de loca. Loca inyectar veneno, poner mano de chico en senos. Ayudar fumar a chico y prometer darse candela… y esa es mi vida. Común, aburrida mi existencia.
Juan empezó a toser. Marian lloraba.
––¡Qué historia tan linda! Tócala de nuevo Sam, perdón, John. Tu vida es un blues, un purísimo blues. –Y seguía llorando.
––Ese acento mierdero tuyo me revienta. Sé un poco más original para la próxima.
––No habrá próxima y lo sabes muy bien.
––Pero te debe quedar otro cigarro. Son exquisitos. Si hubiera tenido unos cigarros así antes, nada de esto habría pasado –y el humo se volvió a sentir en su garganta–. No me gusta el blues y todo el cuerpo me tiembla.
––Te va quedando el tiempo más largo por vivir, y es el mejor cuando estás dispuesto a ser eterno. Eres eterno y yo soy Dios –y entonces pasó la yema de sus dedos por los pezones y cerró los ojos. Se mordió los labios. Apretó fuerte las piernas.
Juan temblaba. Sus contorsiones aumentaban. Me muero, gritó y un beso le tapó la boca. Fue calmándose; siguió calmándose hasta no moverse. Marian estaba encima de él. Y la muerte encima de los dos.
Y encima de la muerte la náusea de Sartre. Y encima de Sartre, Dios, que acababa de besar a Juan y sentía la muerte a sus espaldas que sentía la náusea de Sartre,
que se quejaba del peso divino. La muerte se babeó y enfurecida arrancó una hoja del
libro para limpiarse.
Dios entonces rió. Sartre vomitaba.
III
Marian se dio candela. Qué calor, pensó y se acostó en el suelo.
Thrash Metal, toda mi vida consistió en un Thrash Metal fortísimo sin segundas oportunidades. Tan taratán taratán taratán y movimientos circulares de cabeza y sudor y mi padre pegándole a mi madre y Jerónimo conquistándome con su sexo oral y su proselitismo unipartidista, y la batería sonando continuamente y el sudor; ¡Jerónimo, me voy a volver loca!, clamé y Jerónimo se hizo el sordo y a mí me gustaba lo que estaba haciendo, por eso no insistí. Pero la guitarra siguió y los movimientos circulares de cabeza y el sudor, mucho sudor y mi padre siguió la golpiza con mi madre y mi madre murió y mi padre me golpeaba y Jerónimo no se daba cuenta. Tan taratán taratán taratán y el sudor, demasiado sudor y Jerónimo me obligó a hacerme aquel legrado y me golpeó y quiso seguir con su sexo oral y corrí hasta mi padre que me golpeó y me lancé del segundo piso y caí de pie y empecé a llorar. Estaba sudando cuando me internaron en ese sucio manicomio y el médico se parecía mucho a Jerónimo y no quise su sofisticadísimo, científico, perruno sexo oral y se disgustó y entonces se pareció a mi padre y yo me parecí a mi madre y me escapé. Tan taratán taratán taratán y demasiado sudor y movimientos interminables de cabeza y el mareo y me encontré con Juan y corrimos hasta casa y decidimos matarnos.
Thrash Metal, demasiado Thrash Metal…
Por lo menos pude haberme matado de otro modo. Estoy muy caliente y no soporto el sudor…
Marian se entregó al fuego y estaba acostada en el suelo cuando murió, con los brazos abiertos y los dedos hacia arriba. La cara estaba de lado.
IV
Fue el día quinto del segundo mes cuando decidieron matarse; un martes, un martes de carnaval.
Este capítulo tiende a ser inacabablemente mierdero, ortopédico, capítulo-de más. Lo sé. Me callo. Pero no puedo dejar de asombrarme.