Sentado en un búnker escribo
–cansado de canciones gastadas y consignas
[malolientes–
que la vida está pasando entre bombas verdes.
El paisaje, siluetas grises
asusta a los canarios azules en busca de vino
vino que toman para olvidar que temen
que temen olvidar.
Un recuerdo lejano de algarrobos y cipreses,
un olor absurdo a bebé dormido,
retuercen la masa loca que impulsa
sumisos torrentes de privaciones.
Y sigo escribiendo entre mis bombas
Es mi escape ante la muerte
–ante el deseo monótono de escape–
Es la rabia de no hacer nada
contra los que desaparecen colores y confunden matices
es la impotencia del vino,
los canarios, el deseo
que se van
robados frente a mis ojos.
Y me refugio en un búnker
Sin cipreses ni algarrobos
–quizás quede el recuerdo–
La vida no acaba
No es justo
–¿será bueno?–