Poesía

Algún lunático deliciosamente vago

A mami y a papi (Elisa y Pulido, protocolarmente…)
A Momito; por creer en mí, quizás demasiado…
A Jenniev…
Levántate sobre la última sílaba del tiempo que
[recordamos, levántate,
terrible y seguro, imponiendo tu sombra
[a la luz de la vida.
Gastón Baquero
Palabras escritas en la arena por un inocente

Algún lunático deliciosamente vago
podrá absorber la verdad condenada al olvido
y gritará:
“Algún día las piedras echarán flores
no de piedra, sencillamente flores
maybe roses, many roses, millions of roses
Do do you like’em? Or do you prefer azucenas o
[mariposas o tulipanes color del hambre
or paquidermo’s flowers?
creo que no te gustan las flores
y sólo flores darán las piedras…”
Todos lo miran y lo oyen.
Vuelven luego la vista a la senda, la estrecha senda.
¿Quién vive para recoger piedras?
Demasiadas flores, demasiadas piedras y
[demasiados locos hablantes

demasiados.
Una dama tiende caritativa su mano al profeta
con una opaca moneda:
“Muy bonita su actuación. Ahora, por favor, descanse.
[¿Dónde aprendió el inglés?”.
“Shakespeare señora, y un obispo irlandés
Berkeley, I think
and Hume and Locke, Juanito, of course
y Hume reía de John
y hablaba y escribía y reía de John
y creía en Buda, adoraba a Buda
casi decía lo mismo que Buda.
No, no sé sánscrito, acaso algún francés, mal francés.
Liberté, égalité, Fraternité…
No aceptaré la moneda.
Gracias, señora,
humana ridícula seducida de usted misma
de sus limosnas”.
Calla el lunático
y se arquea, besa el suelo, se sienta.
Traza un signo descalzo en la acera.
Tiene hambre.
Y él es un demente
un ser fluido de cerebro discordante.
alguien que pasará como en un sueño pesadumbroso y
[oscuro
alguien que no existirá más que para él y para su hambre
alguien que tiene hambre…
–Señora, devuélvale la moneda
déjesela en el piso, justo al lado de sus pies eruditos
descalzos
inciertos de polvo.
Déjesela insonora, desapercibida.
No profane la dignidad de los iluminados
aunque lleven la camisa rota–.

Les debo a ustedes casi todo lo que soy. A papi, especialmente, le debo la inspiración del poema (“las piedras echarán flores…”). Menos mal que dijo algo que valiera la pena alguna vez… Así que les debo a ustedes casi este premio y lo que resulte de él. No obstante, me quedo con los $200.00.
Los quiere,
Juanqu