Hoy es el Dia de las Madres y pienso en todo el amor, cariño, gratuidad de todas nuestras madres… todo eso que realizan las madres a lo largo de los años y que nadie ve ni puede contabilizar. Hoy les presento un relato de mami, algo que ella misma escribió sobre un hecho ocurrido a Juaqui siendo solo un niño. Hoy también la Iglesia celebra la Ascención del Señor y pienso en todas las madres que ya no nos acompañan pero siguen intercediendo por nosotros “PORQUE SOMOS SUS HIJOS”. Hoy no solo los dejo con Juanqui, los dejo con Juanqui y mami.
“Juanqui se educó en un ambiente de amor, bondad, libertad (a pesar de no haberla en Cuba) y felicidad, él decidía por su gran inteligencia y corazón rápidamente, lo que debería o no hacer. En Primaria, estando en Preescolar, cuando su maestra los invitaba para el domingo quitar las hierbitas del jardín, él levantaba su manito y decía: “Maestra, el domingo es el día del Señor, yo voy al catecismo y a la Misa…” enseguida muchos otros niños, contagiados por esa alegría y espíritu libre, le preguntaban qué era eso y él entonces explicaba acorde a su edad y fueron muchos los compañeritos que también comenzaron a ir a la catequesis con él.
Por eso cuando Juanqui sólo tenía seis años, estaba en primer grado, leía y escribía a la perfección y participó en un Concurso Municipal de Español y yo lo quise llevar. Después de participar en ambos, oí comentarios sobre un niño muy pequeñito que había leído perfectamente y sus respuestas orales al igual que sus oraciones escritas llamaron la atención. Al dar los premios,el primer lugar lo obtuvo Juanqui con 100 puntos en cada examen y él sonriente subió a recibir sus diplomas. Cuando iba bajando no esperó y se tiró en mis brazos y dijo: “ Mami, gané” Yo lo besé con gran alegría y un dirigente de Educación consternado, me preguntó si en realidad era hijo mío, yo contesté afirmativamente.
Al otro día en la escuela todo fue alegría y sus compañeritos también gozaron de estos premios. Días más tarde tuvo lugar el Concurso Provincial y su maestra quiso en esta ocasión también ir conmigo; y fuímos las dos. Al dar los resultados del Concurso, Juanqui no sólo no estaba entre los premiados sino incluso no había aprobado. Yo le pregunté a él cómo había salido y me contestó que la maestra de Lectura lo había felicitado y que la parte escrita había sido fácil… Lo mandé a jugar al patio e inmediatamente me dirigí a la responsable de este evento y le pedí como compañera que me enseñara el examen de Juanqui y ella de forma descompuesta me dijo: “No te enseño nada, porque no sólo eres autosuficiente tú y te crees la mejor en todo, sino que ahora quieres que también tu hijo lo sea”.
Al escuchar tal respuesta le dije: “Tengo ese derecho, y como compañera de trabajo te lo pido, pero si no lo haces de esa forma, oficialmente pediré la revision”.
Entonces una metodóloga de Rodas, muy joven, me dijo que qué quería. Yo le expliqué y naturalmente me llevó a ver los exámenes y al ver que era el de Juanqui, me expresó que ella misma le había hecho la Lectura y había sido excelente. Buscó el acta y aparecía con baja calificación; ella inteligentemente se dio cuenta que algo pasaba y entonces buscó el examen escrito y al ver que no tenía error alguno y en el acta aparecía desaprobado llamó a la responsable y preguntó qué estaba pasando. La maestra rompió a llorar y dijo: “Qué injusticia!, cómo se pueden ensañar con un inocente? ; yo le respondí: “Porque es mi hijo”. Buscamos a Juanqui y él aunque captó que algo pasaba, nada preguntó. Al otro día en la escuela, la directora, al saber la verdad, informó que había sido un honor para la Escuela que Juanqui hubiera representado a Cienfuegos y yo recuerdo que un compañerito le dijo bajito: “Juanqui, por qué no ganaste?” y él de manera sencilla le respondió: “Chico, parece que me estoy poniendo bruto porque ni siquiera me nombraron” y no le dio importancia a este hecho. Carlos y yo denunciamos esta injusticia a Educación y al PCC. y aún no nos han respondido.”