¡ES DOMINGO! Desde antaño, se reza lo que llamamos el breviario: oraciones que acompañan el inicio del día, la tarde y la noche (laudes, vísperas y completas).
Juanqui escribió un breviario para Cuba, inspirado por su experiencia al presenciar un desfile del Primero de Mayo. Todos los que vimos o participamos de esos desfiles, conocemos las consignas que se corean o se gritan, frases que, al repetirse tantas veces, terminan impregnándose en el sentir popular sin detenernos a reflexionar en sus consecuencias.
En su breviario, Juanqui nos invita a detenernos y pensar. No importa dónde estemos, siempre escucharemos consignas de todo tipo: políticas, económicas, familiares, sociales, educativas, religiosas, afectivas…
Juanqui nos ofrece una clave de discernimiento: una consigna que crucifique el silencio interior no es positiva para la vida. Solo el silencio interior nos permite discernir entre el bien y el mal; es ese espacio interior que nos libera.
Los dejo con Juanqui.
Himnos, consignas,
–ladridos desgarradores de gargantas–
llenan el silencio,
matan el silencio
crucifican el silencio
amparados en carteles
que prometen aplastar a los callados.